Hay personas que por su forma de ser influyen en nuestra vida.
Mientras caminamos por la vida, todos y cada uno de nosotros aprendemos y crecemos así como lo hacen nuestros amigos.
En este camino, vamos conociendo a personas diferentes, con sus singularidades y su forma de ser.
Conocemos a personas optimistas, pesimistas, tristes, entusiastas, …
Y si analizamos las personalidades de las personas que nos rodean llegamos a la conclusión de ese tipo de amigos que NO necesitas en tu vida.
- El que siempre se queja.
Es extenuante vivir en el mundo de una persona que se queja de forma constante.
Algo siempre está mal, a niveles increíblemente altos o fuera de lugar.
Cuando pasamos demasiado tiempo con una persona que se queja de todo, es sencillo empezar a quejarnos también.
Al tener amigos que son quejumbrosos crónicos en tu vida, no habrá nada que hacer para ayudarles a ver el problema. Tienden a no verse a sí mismos de esa forma y son resistentes al apoyo positivo.
El quejumbroso crónico es más feliz cuando el vaso está vacío en vez de lleno.
- El pesimista.
Los pesimistas y opositores nos rodean.
Indistintamente de la sugerencia, la idea, el negativo automáticamente responde con “no” y una serie de motivos por los que, si se trata de un conocido, un amigo o incluso una familia, viven siempre en un estado de negación y un listado de razones de porqué.
Debemos ser conscientes de que existe el “síndrome de la persona pesimista” que no es más que el acto de verbalizar los miedos en vez de expresar preocupaciones reales sobre otra persona y su situación.
Así que sólo tienen miedo, tienen miedo de correr riesgos.
Si te rodeas de personas así, te encontrarás con el síndrome de la persona pesimista muy pronto.
- El que siempre duda por todo.
Esta clase de “amigos” son incluso peores que los negativos pesimistas, porque parecen ser de apoyo, pero están destrozando nuestros esfuerzos creándonos dudas de nuestras habilidades y conocimientos.
La razón principal de los fracasos, contratiempos o abandonos es la duda en nosotros mismos.
Sí iniciamos un proyecto con la certeza de que podemos lograrlo, que seremos exitosos y que si no podemos hacer algo lo resolveremos, así será.
Debemos mantener a los escépticos a raya y rodearnos de personas que crean más en nosotros incluso de lo que creemos nosotros mismos.
- El amigo fanfarrón.
No nos molesta el regodearnos excesivamente, pero, cuando estamos orgullosos de un logro, lo compartimos con nuestros amigos.
El intercambio ocasional de logros personales es normal, pero cuando se es extremista, puede ser algo nada positivo.
La constante necesidad de presumir es una señal de baja autoestima.
Es necesario proporcionar apoyo a nuestros amigos, pero no podemos prestarle la atención que el presumido fanfarrón necesita para sentirse digno de nuestra amistad.
Nuestro rol como amigo es ayudarlos apoyándolos, pero no quedar atrapados en la necesidad de tranquilizarlos frecuentemente.
Si te encuentras prestando demasiada atención a los logros de los demás en lugar del tuyo, es el momento justo de sacarlos de tus amistades.
- El egocéntrico.
Aquel que da importancia al publicar una imagen en redes sociales, atender el teléfono en medio de una conversación, interrumpir a alguien cuando están conversando y cualquier comportamiento irrespetuoso delante de ti.
Se considera el centro de todo y de todos y cree que sus opiniones o intereses son más importantes que la de los demás.
Ser egocéntrico lleva a la infidelidad, al estar centrados en sí mismos y creerse superiores a los demás.
Por todos estas cosas debemos estar atentos a estos “amigos”.
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